jueves, 1 de julio de 2010

El amor duele. Duele cuando no es correspondido pero creo que duele aún más cuando sí lo es. Cuando no es correspondido te obligas a olvidar, te obligas a superar y encontrarte a ti mismo pero en cambio cuando es correspondido deseas ese amor, deseas que todo vaya bien, tienes ese amor que crece y que te hace saber que cuanto más grande sea más va doler en un futuro. Duele sobre todo cuando eres joven cuando quisieras abandonarlo todo por ese amor pero al mismo tiempo sabes que tu vida no se puede basar en una relación adolescente que puede acabar en cualquier momento.

Él y yo somos así…ninguno de los dos estamos dispuesto a renunciar a todo por el otro, a depender del otro ni siquiera a soñar un futuro juntos. Es como si supiéramos que no era el momento para encontrarnos en nuestras vidas, como si nuestras almas se conocieran, como si supieran que quieren estar juntas aunque saben que este no es el momento. Es un capricho del destino, que no hace más que golpearnos, no hace más que deteriorar toda esa relación, esa conexión. Sabemos que no es el momento, ¿pero como vamos a negar ese deseo a nuestras almas...a nuestros cuerpos?

Con esta relación crecemos pero al mismo tiempo nos herimos, no somos consciente de todo, somos jóvenes. No queremos madurar por separado, pero tampoco queremos hacerlo en conjunto. Es un ni contigo ni sin ti. Deseo que aprendamos a madurar juntos, que aprendamos a crecer, aprendamos a superarlo todo: tiempo, momentos, vidas separadas...todo.

Porque sé que juntos somos invencibles.

1 comentario:

Lu dijo...

claro que juntos son invensibles. pero ambas partes deberian estarlo de acuerdo :)